
Tres aspectos creemos que merecen especial atención:
- La Formación de la Personalidad en la singularidad que cada hijo requiere.
- La Formación de los Valores que se consideran patrimonio familiar.
- Las Normas de Organización interna que regulan una convivencia agradable, solidaria y armoniosa.
Una acción tan compleja, como es la tarea educativa, requiere, sin duda alguna, que quienes deben promoverla y llevarla a cabo estén bien formados. Nuestro proyecto educativo no podría completarse sin ocupamos de ello.
Nadie les puede discutir con seriedad a los padres el derecho de ser los educadores natos de sus propios hijos. La coincidencia social de esta responsabilidad está tan avanzada en las sociedades desarrolladas, que los padres desean colaborar con los centros escolares. Hoy el profesorado está más dispuesto a entrevistarse con los padres en reuniones de grupo, a exponerles sus puntos de vista, a recoger sus sugerencias, y a estudiar conjuntamente, en régimen de tutoría, el progreso académico y personal de su hijo alumno. Los padres que están con sus hijos y siguen atentos su evolución, no necesitan muchos argumentos para convencerse de que la Familia se ha de convertir hoy día en un Centro Activo de Educación que ha de generar su propio Sistema Educativo Doméstico.